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Poner límites no es malo


A veces nos sentimos fatal por tener que decirles que no a algo que quieren, ya sean nuestr@s peques o el prójimo. A veces, incluso, tratamos de decir que no a otras muchas cosas/personas, en ocasiones mucho menos renunciables, con tal de poder facilitarle a nuestra criatura lo que quiere. Y al final resulta muy cansado, como una lucha titánica contra la realidad. Establecer unos límites nos asegura que quienes nos rodean sepan cuál es nuestro radio de acción. Así, se pueden establecer límites por seguridad, por el bien de la convivencia, por administrar las propias energías, por no dedicar a alguna actividad más tiempo del necesario, y un largo etcétera. Tú los haces a tu medida.

La idea es poner límites (a l@s niñ@s, al prójimo y a una misma) de manera que sean ecológicos, factibles y coherentes.

Al decir ecológicos, nos referimos a que sean beneficiosos para quien los establece, para la gente de su entorno y para el entorno mismo. Es decir, no vale embarcar al prójimo en límites absurdos, establecidos exclusivamente en beneficio propio.

Un ejemplo de límite no ecológico: “Hij@ mí@, por las tardes no me molestes, que me gusta pasarlas conectada a internet”. Así le haces sentir a tu hij@ que molesta, te quedas sin tiempo para compartir con él o con ella y encima perpetras el mal hábito de contectarte compulsivamente a internet sin un propósito concreto. Un ejemplo de límite ecológico: “Hij@ mí@, los martes por la tarde quiero dedicar una hora a ponerme al día en las redes sociales. ¿A ti a qué te gustaría dedicar esa hora? Si no se te ocurre nada, yo había pensado que puedes buscar un libro gordo y leer cada martes un poco, o hacer manualidades para vender, o bajar a jugar con el vecino. ¿Qué prefieres? Porque necesito que te comprometas a dejarme esa hora para mí". Así, fomentas la cultura de la negociación, del compromiso, del respeto, de la gestión del tiempo libre, y del uso razonable y puntual de las redes sociales.

Un ejemplo de límite no factible: “No vuelves a ver la tele nunca más”. Al decir eso, por un lado tu hij@ se ve ante algo que no tiene remedio, con lo cual no es algo que dependa de él o de ella. Y, por otro, al final en algún momento verá alguna tele (en tu casa, en casa de colegas, o al pasar por el escaparate de una tienda de electrodomésticos), y tu profecía no se cumplió, luego “mi madre no es buena prediciendo”. Un ejemplo de límite factible: “en esta casa, tal y como acordamos, se puede ver la tele como mucho durante una hora al día, así que elige bien lo que vas a querer ver”.

Un ejemplo de límite incoherente: “Si juegas con las cerillas, te quedas sin postre”. La criatura puede preferir no comer postre con tal de seguir jugando con las cerillas. No le llega nuestra preocupación por su seguridad que, en definitiva, es de lo que se trata. Una versión más coherente sería: “Jugar con cerillas es muy peligroso porque puedes quemarte tú o quemar algo por accidente. Si quieres jugar con cerillas, primero te tengo que explicar cómo funcionan. Y siempre que quieras jugar con cerillas hay que avisar a una persona mayor para que esté delante”, entendiendo que el postre es algo independiente de las cerillas.

Conviene siempre explicar el porqué de los límites, para que el prójimo se pueda involucrar de manera efectiva. Por extensión, está bien también que el prójimo sepa cuál es tu radio de acción. Siempre con tacto, y tratando de no ofender, conviene ir dejando claro lo que estamos dispuestas a hacer y lo que no.

2 comentarios:

  1. Estoy muy de acuerdo con lo que decís. Es cierto que el límite tiene como si dijéramos dos fachadas: la que da al terreno prohibido y la que mira hacia todo lo que sí se puede hacer, según el caso. A veces, lo que se puede hacer, bien presentado, es tan apetitoso que nos basta para no echar de menos lo que se prohibe.

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  2. Estoy de acuerdo con lo que dices, y además me gusta mucho el símil de las dos fachadas. También quiero señalar que cuanto más entendemos por qué no podemos hacer ciertas cosas, menos necesitamos que nos las prohíban.

    Muchas gracias por tu colaboración, Perspicio. :)

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